Si uno se para a pensar (y a sentir) y eliminamos todos los condicionamientos políticos, religiosos, sexistas, culturales,…con los que nos van (vamos) cargando desde que nacemos ¿Qué es lo que nos diferencia?
Esto se ve muy claro entre niños (a menor edad más se ve) que son capaces de compartir juegos, experiencias y emociones sin condicionamiento alguno y disfrutan de la plenitud del otro como ser humano.
Los adultos, padres, medios de comunicación, a través de comentarios y opiniones políticas, religiosas, sexistas o culturales vamos sembrando semillas en sus mentes y corazones que solo crean distanciamiento.
¿Y si nos diese por sembrar compasión, respeto, curiosidad por el diferente? Sin duda el mundo sería tal y como siempre hemos soñado. Realizar el sueño universal es bastante más sencillo de lo que creemos.